A pesar de que todas las torrefactoras echan su cuento a favor de su marca, hay una extensa biblioteca del café que nos puede ubicar en su historia y auge en Venezuela.
Es más cercano que el tema del gran cacao, como se les tildaba a los grandes hacendados que negociaban con lo que se convertiría en chocolate, pues el café desplazó al comercio del cacao en su paso del suroriente a oriente, al centro, occidente, y bajando por nuestros andes se corona en Colombia donde supieron y bien saben sacarle mayor provecho, con nacionalismo y tecnología de turismo.
Venezuela llegó a vivir solo del café y del cacao y de haba tonka (sarrapia), era como la actual dependencia del petróleo, guardando discreción de las cifras de población y evolución por supuesto hasta 1995, con la diferencia que ya estaban pensando las mentes progresistas en expandirse a mil rubros más, en una práctica que todos debemos tener en cuenta "no poner todos los huevos en una sola canasta".
Venezuela llegó a vivir solo del café y del cacao y de haba tonka (sarrapia), era como la actual dependencia del petróleo, guardando discreción de las cifras de población y evolución por supuesto hasta 1995, con la diferencia que ya estaban pensando las mentes progresistas en expandirse a mil rubros más, en una práctica que todos debemos tener en cuenta "no poner todos los huevos en una sola canasta".
Muchos documentos en internet venían de las torrefactoras, páginas web como la de Café Imperial y de la antigua Fama de América que nos daban buenas reseñas. Ya no existen y la historia se está distorsionando.
Con tristeza noto que el café venezolano ha sido víctima de bajas pasiones e intereses políticos parcializados por intereses económicos que trascienden fronteras. No es justo para el café ni para los caficultores, al punto que hoy sigue siendo una bandera política, donde el Estado manejaba más del 70% del mercado y sigue carcomiendolo, es decir tenemos más de 3/4 de mal café cosechandose, tostandose mal y colándose de mala manera en las tristes tazas venezolanas.
Sin embargo las recientes expropiaciones asoman que lo que viene para el café venezolano será peor, pudo haberse evitado, llegó como medida de castigo para hacer pagar justos por pecadores, por un mal manejo de unos pocos que trataron de cartelizar el café en Venezuela, ya que compraban toda la producción de café a pequeños agricultores reteniendo el grano, controlando el mercado y la oferta del producto, en detrimento de un crecimiento sustentable, en contra del desarrollo de la calidad y de una posibilidad de ser un café gourmet manejado como un recurso económico, gastronómico y por ende turístico.
Y sus precios serían tan mal negocio que mucho de nuestro café venezolano se ha vendido a potencias del café que lo mezclan con sus cosechas, logrando agregarle cuerpo a aquel café vecino que no lo tiene, armonizar el aroma al que no era tan fragante, sus tonos y sabores han enriquecido otros cafés de vecinas latitudes, que de manera original no tendría el impacto en los mercados y ganando fama a nuestra costa, sin que lo sepamos, porque el nacionalismo no se fomenta si no se conoce la historia y quien no sabe no le duele. Reza el refrán "ojos que no ven corazón que no siente" y otro dicho bien sostiene "la parte mas dolorosa del cuerpo es el bolsillo".
La gente "entusiasta" cuando ignora y se mete en lo que no sabe hace estragos, y si además le dan poder lo puede proyectar a la economía de un país, y por supuesto algunos de nuestros caficultores se han nutrido de componentes de los cafés de los vecinos circundantes.
Sin embarho los vicios nuevos que se crearon en torno al cafe y al trato que se le dió a sus sembradores, caficultores, el manejo que le dieron los intermediarios, nos llevó a una regulación de precios que ata manos y mentes, la creatividad gastronómica y turística necesita la primaria libertad de acción: los precios. El remedio fué peor que la enfermedad.
Los negocios no tienen patria, pero los paladares entrenados empiezan a reconocer el ADN, para ello tenemos a dos grandes que nos enseñan, Pietro Carbone y Paramaconi Acosta, hoy constituyen sus sendas escuelas, que devienen de degustaciones, catas y otros eventos, en los que esta servidora ha formado parte desde el inicio en Venezuela y ahora en otras ciudades de Latinoamérica.
Ahora me toca disfrutar el Café Durán de Panamá y entender que el café no solo es parte de Latinoamérica y hay gente maravillosa que lo fomenta de una forma distinta, en la que primero está el amor al terruño y luego al negocio.
Les recomiendo estos post de gente gourmet y Café Durán
¿De dónde vino este cafe?
Nací en un hogar que hace 200 años atrás vivía del café, me echaron los cuentos que me sensibilizaron al respecto y me queda la satisfacción de haber contribuído con un granito de arena, haber organizado en beta y sencillita, la primera cata de aromas del café, la ola que despertó este movimiento en esta década, mas allá del barismo y de preparar mejores tazas de café nos lleva al sentir del sommelier de café, inspirando una nueva comunidad que lo defiende.
La primera fiesta del café en Caracas
Hummmm, pregúntenme por café gourmet serio...
Sigan @Carbonespreso y @Paramaconi en twitter.
Y sus precios serían tan mal negocio que mucho de nuestro café venezolano se ha vendido a potencias del café que lo mezclan con sus cosechas, logrando agregarle cuerpo a aquel café vecino que no lo tiene, armonizar el aroma al que no era tan fragante, sus tonos y sabores han enriquecido otros cafés de vecinas latitudes, que de manera original no tendría el impacto en los mercados y ganando fama a nuestra costa, sin que lo sepamos, porque el nacionalismo no se fomenta si no se conoce la historia y quien no sabe no le duele. Reza el refrán "ojos que no ven corazón que no siente" y otro dicho bien sostiene "la parte mas dolorosa del cuerpo es el bolsillo".
La gente "entusiasta" cuando ignora y se mete en lo que no sabe hace estragos, y si además le dan poder lo puede proyectar a la economía de un país, y por supuesto algunos de nuestros caficultores se han nutrido de componentes de los cafés de los vecinos circundantes.
Sin embarho los vicios nuevos que se crearon en torno al cafe y al trato que se le dió a sus sembradores, caficultores, el manejo que le dieron los intermediarios, nos llevó a una regulación de precios que ata manos y mentes, la creatividad gastronómica y turística necesita la primaria libertad de acción: los precios. El remedio fué peor que la enfermedad.
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